Mi amante me ha sorprendido quedando conmigo en una habitación alquilada en un hotel del centro, me dice en su mensaje que tiene algo especial para mi. La curiosidad me corroe, no me gustan las sorpresas.
Al llegar alli, tras besarnos apasionadamente y recorrernos con las manos, me obsequia con una caja envuelta en papel rojo. Al abrirlo descubro un bonito conjunto de lencería, muy sencillo, en color negro. Me lo pongo, me queda como un guante, me impresiona lo bien que él conoce mis medidas... Intuyo que eso no era todo y espero, interrogante. Me pide, con una sonrisa, si me dejo atar a la cama y yo le ofrezco sumisa mis muñecas, a las que él sujeta unas esposas de velcro muy ceñidas, nos miramos con deseo y complicidad, ni una palabra entre nosotros, sus ojos me dicen mucho más...
Siento el coño palpitante, expectante, mientras me tumbo en la cama y él ata las cuerdas al cabezal. Luego hace lo mismo con mis tobillos y me situa en cruz, muy abierta, expuesta, caliente. Enseñandome una venda negra me pregunta si puede vendarme los ojos y yo acepto. La oscuridad me envuelve y siento las yemas de sus dedos acariciar mi piel, su aliento cálido, sus labios suaves donde menos lo espero.
Su movil comienza a sonar y lo oigo alejarse de mi. Me quedo, inquieta, empezando a sentir algo de frio, temblando de deseo. Oigo su risa, habla en tono bajo, no entiendo sus palabras. A los cinco minutos alguien llama a la puerta con los nudillos y la puerta se abre. Estoy extrañada, nerviosa. Oigo a gente acercarse a la cama, susrrando. Diferentes manos me recorren, suavemente, la cama se hunde bajo el peso de varias personas sentadas a mi alrededor. Bocas desconocidas buscan la mia, no me resisto.
Algo afilado corta mi nuevo conjunto, siento el frio del metal contra mi piel, haciendo agujeros estrategicos al principio, poniendome muy caliente con sus caricias peligrosas, más adelante rompiendolo en su totalidad, con violencia controlada que me pone a cien...
Alguien me coje por la barbilla, girando mi cara. Una voz grave dice junto a mi oreja: "Te gusta, eh, puta?" "Mira como disfruta la muy guarra" dice otro. Acaricia mis labios, mete un dedo en mi boca. Yo estoy gimiendo, me encanta la situación, mi entrepierna está empapada, siento tres manos buscando mi placer, peleando por mis agujeros, masturbandome, tres bocas chupando mi vientre, mis pezones, mi cuello.
"Asi, haced que se corra" dice mi amante, creo que solo está mirando desde los pies de la cama, le imagino tocándose, disfrutando de verme asi, a su voluntad.
Me desatan las piernas para sujetarlas sobre sus brazos y noto a uno de esos hombres ponerse encima mio y penetrarme con fuerza. Yo grito de gusto, toda llena de una polla enorme. "Fóllatela, tio!" le animan los demás. Yo me corro violentamente, al hombre le sustituye otro que sigue con la faena, estoy que me derrito, pido más, ellos rien. "Vaya una zorra que eres" me dice uno. Tirándome del pelo me obligan a mamar otra tranca, siento unos dedos metidos en mi culo mientras me estan follando.
Mi amante está ahora junto a mi, susurrando a mi oido "correte para mi, golfa, quiero ver tu cara de gusto..." y yo le obedezco, sin aliento ya. "Que buena estás" me dice el tercero en metérmela, siento que no puedo más de tanto placer, forcejeo con mis ataduras, quiero tocar sus cuerpos duros y sudorosos pero no me lo permiten. Están a mi alrededor, tocándome, tocándose, he perdido la cuenta de cuantas veces se han turnado para follarme, mi chico entre ellos, y pronto siento el olor, el sabor salado de sus lechadas en mi cara, mi cuerpo, gritan satisfechos al correrse, yo estoy exhausta.
Les oigo ir al baño, refrescarse, vestirse y marchar. Mi amante no me deja ver quienes ni cuantos son sus amigos, pero la verdad es que no me importa. Me lo he pasado genial.
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