Justo cuando salía del vestuario de las chicas, con la mochila al hombro y el pelo mojado, ya casi llegando a la puerta de salida del gimnasio, Iván me dio alcance y me paró, con una sonrisa.
- ¡Que bueno que aún te pillo por aquí! Te estaba buscando... Oye, que el viernes hay una fiesta en casa de Alex, ¿te gustaría venir? Habrá más gente del gimnasio, será divertido... ¡venga! ¡Dime que sí!
Su sonrisa sincera me desarma y acepto. Me gusta su pelo corto alborotado, su cara de niño bueno y esa manera atropellada de hablar. Creo que le pongo un poco nervioso. Muchas chicas suspiran aquí por él, al igual que por sus dos grandes amigos, Alex y Juan.
Alex es el más corpulento del grupo, con unos ojos azul cielo y boca generosa, tiene un cuerpo de dios griego que cuida con esmero y lleva la cabeza afeitada, lo que le da un aire muy morboso. Juan destaca por su altura, más de metro noventa, pelo azabache, ojos verdosos y un culito impresionante. A mi personalmente me encantan sus brazos fuertes y sus manos delicadas. Y Iván, con su simpatía y la mirada picarona de sus ojos avellana nos tiene el corazón robado. Tiene alma de bailarín, siempre en movimiento, siempre inquieto. Los tres van despertando a su paso comentarios de deseo y envidia. Son los reyes del gimnasio. Así que me siento halagada por su invitación.
La casa de Alex está en una urbanización apartada en las afueras de la ciudad. Llego en mi coche, son las doce pasadas. En el cielo, una luna llena impresionante y miles de estrellas. Tras llamar al timbre, espero junto a la puerta a que aparezca alguien para abrirme, pensando si tal vez no me habré excedido en mi vestimenta, quizás demasiado sexy: un vestido marrón consistente en dos piezas rectangulares atadas en mi nuca y que cubren apenas mi pecho como parte delantera, haciendo un escote de vértigo y que se juntan en la cintura con una minifalda de volantes, con toda la espalda y laterales al descubierto, uniendo el arriesgado conjunto por la parte de atrás con dos tiras finas. He aprovechado para estrenar unos zapatos de madera y cuero que combinan a la perfección, con sus altos tacones y sus tiras cruzadas. Puede que vaya enseñando más de lo que debiera, pero me desquito pensando que si ellos están tan bien, sus amigas deben de estar de infarto y yo no quiero ser menos en la fiesta, que también tengo un cuerpo bonito y que hay que lucirlo, que para eso me lo curro. Quizás hasta ligue con alguien y todo...
Iván y su sonrisa inmaculada me reciben y me hacen pasar a través de un gran jardín, muy frondoso, me conduce por un sendero de piedra levemente iluminado por farolillos bajos, rodeando la enorme casa, hacia donde se escucha la música de la fiesta. No se que és, pero algo falla. Luego me doy cuenta de que no se oye el habitual barullo de personas hablando. A lo mejor es que hay pocos invitados o que he llegado muy pronto...
Salimos a una zona descubierta con una gran piscina iluminada desde su interior, rodeada de césped y junto a la que hay una pequeña mesa cuadrada con cosas para picar y bebidas de todo tipo. Alex está junto a ella, preparándose un trago, llevando sólo un bañador azul, su hermoso cuerpo perlado de gotas, Juan está metido en el agua y me observa silencioso apoyado en una esquina de la piscina.
No puedo disimular mi sorpresa cuando me doy cuenta de que allí no hay nadie más, tan solo nosotros cuatro.
- Te hemos tendido una pequeña trampa -me confiesa Iván, dulcemente- la verdad es que no hemos invitado a nadie más a la fiesta... Bueno, es que a los tres nos gustas mucho y como sabemos que eres una chica de ideas claras -no te lo tomes a mal- nos preguntábamos si te gustaría montártelo con los tres, juntos... o por separado, como prefieras.. o sólo con uno... no sé... O si no te gusta la idea, pues nada, te acompaño a la puerta y tan amigos, no queremos hacerte sentir incómoda...
Me quedo estupefacta. No sé que contestar. La verdad es que siempre me he llevado muy bien con ellos en el gimnasio, hemos hablado mucho de un montón de temas, hasta de los más personales, hay confianza y los tres me parecen muy atractivos. Mentiría si dijera que nunca había fantaseado con la idea de hacérmelo con alguno de ellos. Y a mi me encanta el sexo en grupo. Es toda una tentación.
Es una oportunidad que no se me volverá a plantear, si la desaprovechara sería tonta.
Así que me quito los zapatos, me libro de mi mínimo vestido mientras los chicos me contemplan con la boca abierta y me tiro de cabeza a la piscina, literal y figuradamente, llevando sólo un tanga negro. Oigo, lejanos, los gritos de alegría de Alex e Iván, al más puro estilo yankie.
Buceo, nadando hacia la esquina y salgo frente a Juan.
Dirigiéndole mi mirada más provocadora, me pego a su cuerpo y le beso apasionadamente, agarrada a su nuca. Su mano se mueve despacio, acaricia mi cintura y sube por mi espalda, apretándome contra él, correspondiendo a mi beso con una boca voraz.
Cuando su mano baja para agarrarse a mi culo, me escapo de su abrazo con una sonrisa picarona y salgo de la piscina. Me voy por el cesped hacia Alex, bebo de su copa y le beso, compartiendo el liquido entre nuestras lenguas, acariciando su impresionante torso.
Noto que Ivan está a mi espalda, estiro mi brazo hacia atrás para hacerle saber que es bienvenido, tocando su pierna, apretando su trasero para que sienta el mio sobre su sexo, él va acariciándome, besando mi cuello, me encanta la situación de estar entre los dos, como el relleno de un bocadillo, pienso divertida.
Las manos de Iván se posan en mi cintura, tirando de mi hacia atrás, separándome de Alex, diciéndome "ven, ven" en un susurro.
Me hace tumbar sobre la mesita cuadrada, que ha despejado de botellas y demás mientras yo estaba en la piscina con Juan. Mi cabeza cuelga por uno de los bordes. Me hace subir las piernas y apoyar los talones por el otro lado. Alex se arrodilla, me quita el tanga y sumerge su lengua en mi sexo mojado, haciéndome gemir de gusto. Mi boca se abre, mientras miro a Ivan y él sabe bien que hacer. Se baja los pantalones y me ofrece su polla jugosa para chupar. Juan se ha unido a nosotros y siento sus preciosas manos apretar mis pechos y sobarlos mientras mira embelesado lo que sus amigos me hacen.
Lo hablan entre ellos y deciden cambiar. Ninguno se mueve, pero hacen girar la mesita y así rotan posiciones. Yo disfruto de las sensaciones con los ojos cerrados: ya no se de quien son los labios, lenguas, dedos, caricias, pollas que siento por mi cuerpo y en mi boca, cada vez que la mesa gira. Estoy caliente, quiero más, quiero que me follen ya y lo pido entre gemidos.
"Vamos dentro" dice Juan y pronto estamos los cuatro corriendo hacia la casa, desnudos, entre risas.
El salón es muy grande y tiene dos enormes sofás de color negro, uno frente al otro, separados por una alfombra roja peludita. Juan me toma de la mano mientras me tumba en uno de ellos y sus amigos se sientan en el otro, observándonos. Se estira sobre mi y me penetra. Me encanta cómo se mueve, rodeo su cintura con mis piernas y él las levanta, poniéndolas sobre sus hombros, haciendo que su polla llegue muy adentro, embistiendo con fuerza. Me corro, pero quiero más. De reojo veo a Iván y a Alex masturbándose mientras nos miran. Me excita ver cómo se tocan, pendientes de nuestros movimientos y sonidos, como si fueramos una película porno en directo, pero no demasiado rápido, para esperar al momento en que llegue su turno. Le pido a Juan que me deje ir y no me retiene.
Gateo atravesando la distancia que nos separa y me voy hacia Iván, me siento a horcajadas sobre él y me la meto despacito. Estoy chorreando, de sudor, de fluidos. Acaricio su carita de niño bueno mientras me muevo sobre él, me gusta verlo así, con los ojos medio cerrados, disfrutando, moviendo mis caderas arriba y abajo con sus manos. Alex se pone en pie sobre el sofá y me la mete en la boca, agarrándome del pelo, obligándome a tragármela hasta la garganta. Eso me pone muy burra y comienzo a moverme más rápido. Iván gime descontroladamente, creo que se va a correr, así que cambio de posición, me pongo a cuatro patas en el sofá y se la sigo chupando mientras Alex me la mete por detrás sin compasión, su dedo pulgar jugando con mi culo mientras me folla. Juan no pierde detalle, machacándosela mientras nos contempla, animando a sus amigos.
Iván me llena la boca con su leche y pronto Alex hace lo propio sobre mi espalda. Juan se acerca para que se la chupe también, con la polla a punto de rebentar y me trago todo lo que me da.
Quedamos tirados sobre la alfombra, jadeantes. Juan me pregunta, provocador, si quiero más. Yo siempre quiero más, le contesto, desafiante. Asi que se ponen a tocarme entre los tres, me sujetan, me masturban, me llenan con sus dedos, hasta que les suplico que paren, temblorosa, al límite de mi resistencia, habiendo perdido la cuenta de mis orgasmos.
La noche continua, divertida, bebiendo, nadando, jugando.... Nos despedimos de madrugada, diciendo que tenemos que celebrar más fiestas como esta.
¿Te apuntas a la próxima?
Tenia esta historia a medio hacer, repartida en tres ordenadores diferentes y me ha costado la vida poder reunir las diferentes partes y acabar la historia (con lo fácil que es comprarse un pendrive, ¿verdad?)
Dedicada con todo mi cariño a S.M., de la que me contaron que se tiró a la piscina, literal y figuradamente, con los chicos de su gimnasio y que me ha hecho soñar más de una vez con esa fiesta....
- ¡Que bueno que aún te pillo por aquí! Te estaba buscando... Oye, que el viernes hay una fiesta en casa de Alex, ¿te gustaría venir? Habrá más gente del gimnasio, será divertido... ¡venga! ¡Dime que sí!
Su sonrisa sincera me desarma y acepto. Me gusta su pelo corto alborotado, su cara de niño bueno y esa manera atropellada de hablar. Creo que le pongo un poco nervioso. Muchas chicas suspiran aquí por él, al igual que por sus dos grandes amigos, Alex y Juan.
Alex es el más corpulento del grupo, con unos ojos azul cielo y boca generosa, tiene un cuerpo de dios griego que cuida con esmero y lleva la cabeza afeitada, lo que le da un aire muy morboso. Juan destaca por su altura, más de metro noventa, pelo azabache, ojos verdosos y un culito impresionante. A mi personalmente me encantan sus brazos fuertes y sus manos delicadas. Y Iván, con su simpatía y la mirada picarona de sus ojos avellana nos tiene el corazón robado. Tiene alma de bailarín, siempre en movimiento, siempre inquieto. Los tres van despertando a su paso comentarios de deseo y envidia. Son los reyes del gimnasio. Así que me siento halagada por su invitación.
La casa de Alex está en una urbanización apartada en las afueras de la ciudad. Llego en mi coche, son las doce pasadas. En el cielo, una luna llena impresionante y miles de estrellas. Tras llamar al timbre, espero junto a la puerta a que aparezca alguien para abrirme, pensando si tal vez no me habré excedido en mi vestimenta, quizás demasiado sexy: un vestido marrón consistente en dos piezas rectangulares atadas en mi nuca y que cubren apenas mi pecho como parte delantera, haciendo un escote de vértigo y que se juntan en la cintura con una minifalda de volantes, con toda la espalda y laterales al descubierto, uniendo el arriesgado conjunto por la parte de atrás con dos tiras finas. He aprovechado para estrenar unos zapatos de madera y cuero que combinan a la perfección, con sus altos tacones y sus tiras cruzadas. Puede que vaya enseñando más de lo que debiera, pero me desquito pensando que si ellos están tan bien, sus amigas deben de estar de infarto y yo no quiero ser menos en la fiesta, que también tengo un cuerpo bonito y que hay que lucirlo, que para eso me lo curro. Quizás hasta ligue con alguien y todo...
Iván y su sonrisa inmaculada me reciben y me hacen pasar a través de un gran jardín, muy frondoso, me conduce por un sendero de piedra levemente iluminado por farolillos bajos, rodeando la enorme casa, hacia donde se escucha la música de la fiesta. No se que és, pero algo falla. Luego me doy cuenta de que no se oye el habitual barullo de personas hablando. A lo mejor es que hay pocos invitados o que he llegado muy pronto...
Salimos a una zona descubierta con una gran piscina iluminada desde su interior, rodeada de césped y junto a la que hay una pequeña mesa cuadrada con cosas para picar y bebidas de todo tipo. Alex está junto a ella, preparándose un trago, llevando sólo un bañador azul, su hermoso cuerpo perlado de gotas, Juan está metido en el agua y me observa silencioso apoyado en una esquina de la piscina.
No puedo disimular mi sorpresa cuando me doy cuenta de que allí no hay nadie más, tan solo nosotros cuatro.
- Te hemos tendido una pequeña trampa -me confiesa Iván, dulcemente- la verdad es que no hemos invitado a nadie más a la fiesta... Bueno, es que a los tres nos gustas mucho y como sabemos que eres una chica de ideas claras -no te lo tomes a mal- nos preguntábamos si te gustaría montártelo con los tres, juntos... o por separado, como prefieras.. o sólo con uno... no sé... O si no te gusta la idea, pues nada, te acompaño a la puerta y tan amigos, no queremos hacerte sentir incómoda...
Me quedo estupefacta. No sé que contestar. La verdad es que siempre me he llevado muy bien con ellos en el gimnasio, hemos hablado mucho de un montón de temas, hasta de los más personales, hay confianza y los tres me parecen muy atractivos. Mentiría si dijera que nunca había fantaseado con la idea de hacérmelo con alguno de ellos. Y a mi me encanta el sexo en grupo. Es toda una tentación.
Es una oportunidad que no se me volverá a plantear, si la desaprovechara sería tonta.
Así que me quito los zapatos, me libro de mi mínimo vestido mientras los chicos me contemplan con la boca abierta y me tiro de cabeza a la piscina, literal y figuradamente, llevando sólo un tanga negro. Oigo, lejanos, los gritos de alegría de Alex e Iván, al más puro estilo yankie.
Buceo, nadando hacia la esquina y salgo frente a Juan.
Dirigiéndole mi mirada más provocadora, me pego a su cuerpo y le beso apasionadamente, agarrada a su nuca. Su mano se mueve despacio, acaricia mi cintura y sube por mi espalda, apretándome contra él, correspondiendo a mi beso con una boca voraz.
Cuando su mano baja para agarrarse a mi culo, me escapo de su abrazo con una sonrisa picarona y salgo de la piscina. Me voy por el cesped hacia Alex, bebo de su copa y le beso, compartiendo el liquido entre nuestras lenguas, acariciando su impresionante torso.
Noto que Ivan está a mi espalda, estiro mi brazo hacia atrás para hacerle saber que es bienvenido, tocando su pierna, apretando su trasero para que sienta el mio sobre su sexo, él va acariciándome, besando mi cuello, me encanta la situación de estar entre los dos, como el relleno de un bocadillo, pienso divertida.
Las manos de Iván se posan en mi cintura, tirando de mi hacia atrás, separándome de Alex, diciéndome "ven, ven" en un susurro.
Me hace tumbar sobre la mesita cuadrada, que ha despejado de botellas y demás mientras yo estaba en la piscina con Juan. Mi cabeza cuelga por uno de los bordes. Me hace subir las piernas y apoyar los talones por el otro lado. Alex se arrodilla, me quita el tanga y sumerge su lengua en mi sexo mojado, haciéndome gemir de gusto. Mi boca se abre, mientras miro a Ivan y él sabe bien que hacer. Se baja los pantalones y me ofrece su polla jugosa para chupar. Juan se ha unido a nosotros y siento sus preciosas manos apretar mis pechos y sobarlos mientras mira embelesado lo que sus amigos me hacen.
Lo hablan entre ellos y deciden cambiar. Ninguno se mueve, pero hacen girar la mesita y así rotan posiciones. Yo disfruto de las sensaciones con los ojos cerrados: ya no se de quien son los labios, lenguas, dedos, caricias, pollas que siento por mi cuerpo y en mi boca, cada vez que la mesa gira. Estoy caliente, quiero más, quiero que me follen ya y lo pido entre gemidos.
"Vamos dentro" dice Juan y pronto estamos los cuatro corriendo hacia la casa, desnudos, entre risas.
El salón es muy grande y tiene dos enormes sofás de color negro, uno frente al otro, separados por una alfombra roja peludita. Juan me toma de la mano mientras me tumba en uno de ellos y sus amigos se sientan en el otro, observándonos. Se estira sobre mi y me penetra. Me encanta cómo se mueve, rodeo su cintura con mis piernas y él las levanta, poniéndolas sobre sus hombros, haciendo que su polla llegue muy adentro, embistiendo con fuerza. Me corro, pero quiero más. De reojo veo a Iván y a Alex masturbándose mientras nos miran. Me excita ver cómo se tocan, pendientes de nuestros movimientos y sonidos, como si fueramos una película porno en directo, pero no demasiado rápido, para esperar al momento en que llegue su turno. Le pido a Juan que me deje ir y no me retiene.
Gateo atravesando la distancia que nos separa y me voy hacia Iván, me siento a horcajadas sobre él y me la meto despacito. Estoy chorreando, de sudor, de fluidos. Acaricio su carita de niño bueno mientras me muevo sobre él, me gusta verlo así, con los ojos medio cerrados, disfrutando, moviendo mis caderas arriba y abajo con sus manos. Alex se pone en pie sobre el sofá y me la mete en la boca, agarrándome del pelo, obligándome a tragármela hasta la garganta. Eso me pone muy burra y comienzo a moverme más rápido. Iván gime descontroladamente, creo que se va a correr, así que cambio de posición, me pongo a cuatro patas en el sofá y se la sigo chupando mientras Alex me la mete por detrás sin compasión, su dedo pulgar jugando con mi culo mientras me folla. Juan no pierde detalle, machacándosela mientras nos contempla, animando a sus amigos.
Iván me llena la boca con su leche y pronto Alex hace lo propio sobre mi espalda. Juan se acerca para que se la chupe también, con la polla a punto de rebentar y me trago todo lo que me da.
Quedamos tirados sobre la alfombra, jadeantes. Juan me pregunta, provocador, si quiero más. Yo siempre quiero más, le contesto, desafiante. Asi que se ponen a tocarme entre los tres, me sujetan, me masturban, me llenan con sus dedos, hasta que les suplico que paren, temblorosa, al límite de mi resistencia, habiendo perdido la cuenta de mis orgasmos.
La noche continua, divertida, bebiendo, nadando, jugando.... Nos despedimos de madrugada, diciendo que tenemos que celebrar más fiestas como esta.
¿Te apuntas a la próxima?
Tenia esta historia a medio hacer, repartida en tres ordenadores diferentes y me ha costado la vida poder reunir las diferentes partes y acabar la historia (con lo fácil que es comprarse un pendrive, ¿verdad?)
Dedicada con todo mi cariño a S.M., de la que me contaron que se tiró a la piscina, literal y figuradamente, con los chicos de su gimnasio y que me ha hecho soñar más de una vez con esa fiesta....
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