Esta noche nos vamos de juerga.
Me paso un buen rato arreglándome para estar arrebatadora, he escogido un modelito perfecto: una blusa escotada y una minifalda con un corte que casi enseña más de lo debido, bajo la ropa lencería de encaje que resalta lo mejor de mis curvas, para rematar unos bonitos zapatos de tacón muy alto que me hacen unas piernas increíbles a la par que son cómodos.
Al salir de casa ya te advierto, con una sonrisa, que hoy voy a hacerte sufrir. Me contestas, con un dulce beso, que tendré que disfrutar mucho para conseguirlo. Con una simple mirada pícara, te aseguro que voy a disfrutar al máximo y, para empezar a demostrarlo, desabrocho un botón más de mi blusa, enseñando canalillo. Con lo alto que eres, sé que así tienes una buena perspectiva de mis pechos.
Los hombres por la calle, y al entrar en el restaurante, me siguen con ojos hambrientos. Me encanta despertar su deseo, te encanta verlos así y a mí verte contento.
El restaurante tiene un ambiente romántico, luces tenues, flores frescas y una música ambiental que no molesta. El camarero es hindú, muy guapo, muy moreno. Tiene una sonrisa preciosa que me dirige sin cesar, cuando consigue dejar de mirar mi escote. Yo me aprovecho y coqueteo con él, mientras acaricio tu pierna bajo la mesa.
Junto a nosotros un grupo de cinco amigos celebra un cumpleaños. Desde que entramos y nos sentamos no han dejado de cuchichear y hacerme gestos libidinosos. Tú también te has fijado y no paras de reír. Sabes que seré muy mala con ellos. Sueño despierta con estar tumbada en su mesa, completamente desnuda, y que ellos me cubren de viandas de todo tipo, que comen sin usar las manos, que cuando el festín se acaba, sus dedos pringosos de diferentes salsas me hacen llegar al éxtasis...
Una cena exquisita, por cierto. Al llegar a los postres, jugueteo con la nata de mi pastel, lamiendo la cucharilla de forma obscena, poniéndoles cara de viciosa. Sé que se la estoy poniendo muy dura, ya ni se acuerdan de comer, me observan con la boca abierta.
Cuando me levanto para irme, abro bien las piernas como provocación final, el tiempo justo para que en realidad no vean nada, un atisbo de mis braguitas, me giro garbosamente para lucir toda mi silueta y les mando un beso de despedida, un guiño y una sonrisa muy dulce.
Al salir oigo sus vítores y comentarios subidos de tono.Ya en la calle, muy caliente, te arrincono en la puerta de nuestro coche, te beso con pasión, te meto mano y tú me abrazas con fuerza. También te has puesto caliente viéndome jugar con ellos. Esto es sólo el principio de tu sufrimiento, aunque sé que aún no has sufrido, más bien lo contrario, estas disfrutando con mis numeritos, pues no dejas de sonreirme.
Mientras conducimos hacia el centro de la ciudad, me subo la falda, te cuento que llevo puestas aquellas bolas chinas tan grandes que me regalaste, te voy diciendo lo excitada que estoy mientras me toco, pero no te dejo hacerlo a ti aunque lo intentas.
En la puerta de la discoteca nos esperan los ejemplares más hermosos de la ciudad, vestidos para la ocasión con sus mejores galas. Me lo voy a pasar muy bien.
Una vez dentro, bailo para ellos, para ti. Siempre se me ha dado muy bien, me muevo de forma sensual, tengo ritmo, la alegría en mis ojos y mi cara muestran que estoy disfrutando a tope y sé utilizarlo para seducir a quien me mira. Es por eso que hombres y mujeres se acercan, bailan junto a mí, pero no les doy opción a entablar una conversación, sólo quiero sentir el roce de sus cuerpos, nuestra excitación creciendo a medida que la noche avanza y hacerles soñar que podrán poseerme, dominar a la fiera que se agita ante ellos. Quizás me lleve a alguno a casa.
Una rápida mirada cómplice y te descubro en la barra, contemplándome con una sonrisa, quizás imaginándome acariciada por todas esas manos, esas bocas hambrientas recorriendo mi piel brillante de sudor, haciéndome gozar en una orgía de trepidante música y bellos cuerpos. Sé que a ti te divierte el juego tanto como a mi...(continuara..))
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