Domingo por la mañana.
Es temprano aunque hace rato que ha salido el sol y yo estoy tumbada a los pies de la cama, escribiendo frenéticamente en mi libreta un relato erótico. Hace ya casi una hora que me desperté caliente, con las imagenes de la noche anterior en mi mente y trato de plasmarlas para recordarlas siempre y para que otros puedan disfrutarlas a través de mi.
Tú duermes en el lado derecho de la cama, de costado, tu brazo izquierdo reposa completamente extendido sobre mi almohada. Dejo descansar mi historia en la mesilla de noche y me tumbo boca arriba a media cama, me estiro en un bostezo.
Mis muñecas han quedado sobre tu mano abierta y eso despierta de nuevo mi febril fantasía. Te imagino sujetándolas con fuerza, quizás inmovilizadas de antemano con unas esposas, sí, eso estaría muy bien... Suspiro.
Junto las piernas, las restriego una contra la otra, erotizándome.
Mi muñeca izquierda se queda ahí, apoyada en tu palma entreabierta, mientras mi mano derecha baja por mi pecho, simulando ser la tuya, acariciándome con deleite, en mi sueño me observas atentamente, excitándote con mi cuerpo a tu merced, tan deseoso de tus caricias. Tu mano derecha realmente está junto a mi cintura, la atrapo en mi camino descendente y la guío por mi piel, dejándola descansar sobre mi pubis.
Mi muñeca izquierda se queda ahí, apoyada en tu palma entreabierta, mientras mi mano derecha baja por mi pecho, simulando ser la tuya, acariciándome con deleite, en mi sueño me observas atentamente, excitándote con mi cuerpo a tu merced, tan deseoso de tus caricias. Tu mano derecha realmente está junto a mi cintura, la atrapo en mi camino descendente y la guío por mi piel, dejándola descansar sobre mi pubis.
Comienzo a masturbarme, sintiendo el calor y la presión del peso de tu mano en mi bajovientre, imaginando que es ella la que me lo está haciendo, tu boca muy cercana a mi oreja, susrrando con voz profunda: "así, putita, muévete... Te gusta, eh?, ¡que mojada estás!... Quiero ver cómo te corres"...
Siento tu aliento cálido en mi cuello, daría lo que fuera por que me lo comieras a besos, sabes que cuando lo haces pierdo el control y eso te encanta. Pero ahora quieres hacerme sufrir.
Mi coño está empapado, palpitante, mis dedos se mueven con precisión sobre mi clítoris, el agradable pequeño dolor de tu ausencia en mi interior, quiero meterme los dedos muy adentro pero lo voy demorando, retardando, posponiendo...
Tu mano izquierda se ha ido cerrando sobre mi muñeca en tu dormir, eso le da realismo a mi fantasía y ahogo un gemido en mi antebrazo. Estoy jadeando, la boca se me seca y me paso la lengua por los labios para humedecerlos. Si ahora te despertaras y me encontraras así, ¿te gustaría?, ¿qué me dirías?
Tengo los ojos cerrados, fantaseando con que en realidad estas haciendo ver que sigues dormido, divertido con lo que estoy haciendo, tu mano bajará en cualquier momento y me penetrarás con tus dedos. Los imagino entrando y saliendo de mi, cubiertos de fluidos blanquecinos, mis músculos vaginales se contraen intentando atraparlos, mis caderas suben y bajan al compás, tanto en mi cabeza como en la realidad. ¡Tu mano está tan caliente! ¡Deseo tanto que lo hagas! Eso me hace ir más deprisa, tu voz en mi sueño sigue diciéndome: " así, así, muévete, córrete para mi"...
Pero justo cuando voy a conseguirlo, te remueves en tu sueño, te giras, sueltas mi muñeca y te apartas de mi vientre, me dejas toda caliente, chorreando, un poco mosqueada porque de verdad seguías dormido.
Te muerdo en el brazo y te despiertas sobresaltado. "¡Bruja!", me dices cariñosamente "¿Qué hora es?... ¡Aún es muy pronto! ¡Que es domingo!...".
No se si explicarte lo que ha pasado y que acabes con el ansia que me ha quedado entre las piernas o disfrutar un poco más de esta pequeña tortura. Me tumbo boca abajo y agarrando de nuevo mi libreta y boli, empiezo una hoja nueva y relato minuciosamente todo lo que acaba de suceder. Todavía me siento muy excitada, así que me meto un dedo mientras escribo y mi coño lo succiona como si fuera un bebé mamando. Resoplo.
No se si explicarte lo que ha pasado y que acabes con el ansia que me ha quedado entre las piernas o disfrutar un poco más de esta pequeña tortura. Me tumbo boca abajo y agarrando de nuevo mi libreta y boli, empiezo una hoja nueva y relato minuciosamente todo lo que acaba de suceder. Todavía me siento muy excitada, así que me meto un dedo mientras escribo y mi coño lo succiona como si fuera un bebé mamando. Resoplo.
Si no lo voy a acabar, mejor lo dejo ya en paz, pienso.
Tú te rascas la espalda, compungido, intentando decidir si sigues durmiendo o te levantas ya. Optas por una rápida visita al baño, me diriges una mirada de soslayo y me preguntas qué escribo. Contesto que las cosas que te he estado haciendo mientras dormías. "¿Has abusado mucho de mi?" me dices riendo.
Ocupo tu sitio en la cama, aún con la tibieza de tu cuerpo, pues está más cerca de la puerta y así me escucharás con más claridad. Comienzo a explicarte con todo detalle lo cachonda que me he puesto, las cosas que me imaginaba que me hacías...
Cuando vuelves, te estiras a mi lado, escuchándome, ocupando mi anterior sitio, diría que he conseguido despertarte del todo, que te gusta lo que oyes.
Me vas acariciando el culo mientras nos miramos fijamente, tu mano se decide a bajar por entre mis muslos entreabiertos y me encuentras aún muy mojada.
Me vas acariciando el culo mientras nos miramos fijamente, tu mano se decide a bajar por entre mis muslos entreabiertos y me encuentras aún muy mojada.
Un dedo va entrando muy despacio, dejo de hablar, me estoy volviendo loca de gusto, es justo lo que deseaba que hicieras. Ya he perdido el bolígrafo pero no me importa, ya lo buscaré luego, gimo sobre el colchón, las piernas bien abiertas ahora, te has medio tumbado sobre mi, tu otra mano se abre camino bajo mi cuerpo y encuentra mi clítoris hinchado, me masturbas con fuerza. "Voy a darte un buen final para tu cuento".
Me aferro a los barrotes de la cama, continuando mi fantasía de estar inmovilizada, tus manos saben bien lo que buscan, se adaptan perfectamente a mis movimientos, me muerdes suavemente en el hombro, me susurras las cosas que deseo escuchar y por fin lo siento llegar.
Tanto dilatar el orgasmo hace que sea muy intenso, pierdo el mundo de vista, ya no se ni quien soy, todo se vuelve naranja brillante. Tus dedos se clavan profundamente sintiendo mi corrida y luego me relajo, me abandono, disfrutando de las sensaciones.
Me rio, satisfecha. Nos quedamos en la cama, tranquilos. Ya te recompensaré y escribiré este dulce final más tarde, no hay prisa, después de todo, es domingo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario