jueves, 3 de febrero de 2011

Teléfono




Suena el móvil. Son las diez de la mañana y me revuelvo entre las sábanas. La noche ha sido larga, participé en un concurso y gané, me fui de celebración con mis amigos y llegué muy tarde a casa. Pero como estoy de vacaciones, no tengo ninguna prisa por levantarme.

-Mmmmmm??? -contesto, con los ojos cerrados todavía.
-¡Buenos días, guapetona! ¿Te he despertado? Jodeeer, lo siento. Sólo quería saber cómo te fue anoche...

La verdad es que no me importa que me haya despertado, su voz ronca y sexy al teléfono despierta mucho más en mi cuerpo que un buen café, siento un hormigueo que sube y baja por mi vientre y se localiza, caliente, entre mis piernas. Un calor que no podrá saciarse con su compañía, pues nos separan más de 500 kilómetros. Siento añoranza de su boca, de su cuerpo sobre el mio, del tacto de sus manos. Sólo su voz me reconforta, trayéndome dulces recuerdos de los pocos días que hemos pasado juntos.

-Bien, bien... Gané la primera ronda y salimos a celebrarlo....
-Bueno, si un caso te llamo luego y hablamos, descansa un rato más...
-¡No, no! No te vayas todavía.... Me encanta escucharte.... Sabes que tu voz me pone mucho.... Dime más cosas....

Me lo imagino sentado en su coche, parado para desayunar en la cafetería de alguna gasolinera solitaria de alguna autopista de Madrid, apartado del tumulto en algún parking, lejos de la vista de la gente, aprovechando ese descanso en el trabajo para llamarme. Trajeado, con su corbata, bien peinadito, con las gafas de sol todavía puestas y una media sonrisa traviesa en la que asoma ese diente un poco roto, imaginándome él a mi: la melena pelirroja desparramada sobre la almohada, con los ojos soñolientos, oscurecidos por los restos de maquillaje que no me quité la noche anterior, mi piel tan blanca en contraste con las sábanas azul oscuro, curvilínea y cálida bajo el edredón.

- ¿Que llevas puesto? - me interroga. Su voz se ha hecho todavía más ronca, recordando este cuerpo mio que ha sido tantas veces suyo.
- Nada. Estoy desnuda, siempre duermo desnuda. Y me estoy poniendo muy cachonda... Me estoy acariciando, imaginando que eres tú, que estas aquí a mi lado... Sólo mirándome y acariciándome y hablándome al oído...
- ¿Sí? Uffff.... -casi puedo sentir cómo la saliva se acumula en su boca, como su corazón comienza a latir más rápido- ¿estas mojada?
- Estoy empapada, cielo. Ahora mismo tus dedos entrarían suavemente dentro de mi, llenándose de mi esencia, de mi olor, de mi sabor....
- Lo que daría por poder meter mi lengua en tu coño ahora mismo, mi niña...

Le imagino soltándose un poco la corbata, para poder respirar mejor, mirando nervioso a su alrededor, como si alguien más pudiera escuchar lo que estamos diciendo. Yo también recuerdo su olor, su sabor, el tamaño de su miembro entre mis manos, rozando mis labios, esos ojos oscuros que buscan los mios, esa cara de malo cuando se lo pasa bien...
Mis dedos han empezado a jugar ahí abajo, haciéndome sentir que son los suyos, o quizás su lengua experta sobre mi sexo. Respiro más fuerte, se me escapa un gemido.

-¿Que haces?
- Estoy sintiendo tu lengua entre mis piernas, recorriéndome despacito, jugando a rozar mis ingles. Me muevo buscando su contacto y tu me evitas, me haces sufrir, suplicar, quiero sentirla en mi clítoris, llenándome de tu saliva...

Yo también se seducirle con mi voz: le hablo lentamente, que le de tiempo a ponerse en situación, casi susurrante, que tenga que esforzarse un poco para escucharme, voz caliente de hembra en celo.

Oigo ruiditos imperceptibles en el teléfono, un rozar de tela. Imagino que el pantalón ya le aprieta y que se ha deslizado en el asiento del coche, ocultándose un poco más, dejando espacio para bajarse la cremallera de la bragueta y así poder introducir su mano y acariciarse al mismo tiempo que yo, primero suavemente, sólo por encima, luego agarrándola con toda la mano, meneándosela ritmicamente.

-¡Que bien lo haces! ¡Me encantaaaaa! Pero méteme un dedo...¡o dos! ¡Hazlo, por favor! ¡Necesito que me folles! ¡No me hagas esperar más! ¡Te deseo tanto!- le pido, con voz lastimera. Mi coño ciertamente se abre, pidiendo su sexo, sus caricias, ese cuerpo que no voy a tener.

- Mmmm.... ¡Que cerda! ¡Sí! Te meto los dedos, muy adentro, me encanta verte así, tan caliente, mojada y abierta de piernas, mirando cómo te masturbas para mi, mientras te meto la polla en la boca para que me la chupes tan bien como tú sabes, agarrándote del pelo para ver esa cara de guarra que pones.... ¡Así, chúpamela!
-Oh! ¡Cómo me gusta que me hables así, cabrón!¡Sigue!¡Dame más!

Estoy gimiendo, loca de placer, los ojos cerrados completamente, apretados, mirando hacia adentro, hacia mi mente, a la doble escena de saberme poseída por él en esta fantasía compartida y de imaginarle en tiempo real, haciéndose una paja mientras me habla, en su coche, a pleno día, en un lugar público. El teléfono casi se me pierde, resbala por mi almohada mientras me toco a dos manos, pero no quiero dejar de oír su voz, de sentirlo en la distancia y me apresuro por volver a colocarlo sobre mi oreja.

- Cállate, perra -me está diciendo- No quiero oírte, solo quiero ver cómo te corres para mi, quiero sentirlo en mis dedos, aprisionados con tu orgasmo, porque cuando te corras te la voy a meter enterita y te voy a follar como te mereces, puta.... ¡Córrete! ¡Córrete ya!

Es como un interruptor en mi cabeza, todas sus palabras me disparan hacia una dimensión desconocida, mi cuerpo vibra y se retuerce, mi mente gira sin control, envuelta en una nube naranja y roja y me quedo sin aire. Una "pequeña muerte" que a la vez me da la vida y me deja palpitante.

- Ooooohhh! Síiiiiii!
-¿Sí? Pues ponte a cuatro patas, que te la voy a clavar hasta que no puedas más... Buffff! ¡Cómo me la has puesto, mi niña! ¡Te voy a destrozar cuando te pille!

Sigo tocándome, suavemente, disfrutando de las sensaciones, prestando atención a sus lejanos jadeos que me excitan todavía más, escuchando cómo se relaja cuando termina, sin estridencias, rezando por que lleve pañuelos de papel en el coche...

- Estoooo.... Voy a tener que dejarte, cariño, jejee Ufff.... ¡Te vuelvo a llamar más tarde, guapísima! Eres un cielo.... ¿Te he dicho ya que me encantas? Un beso, nena, descansa.... ¡Te quiero!

Su voz vuelve a sonar divertida y sexy. Creo que no llevaba pañuelos, después de todo.

Apago el móvil y me quedo, relajada y calentita bajo las sábanas, soñando con él, con que llegue la hora en que mi teléfono vuelva a sonar y escuche de nuevo esa voz tan peculiar y provocadora que me vuelve loca.

Para Ginés. Nada de lo que te pueda decir podrá explicar por completo todo lo que me haces sentir.... Gracias por unos días maravillosos. Te quiero!