domingo, 20 de julio de 2014

Balcón


Salió al balcón a fumarse el último cigarrillo del día. Era su momento favorito: recostado sobre la barandilla, disfrutando de los sonidos de la noche, la suave brisa, la tranquilidad. Por fin podía estar a solas con sus pensamientos. Mientras lo encendía, dejó vagar su mirada por los edificios del otro lado de la avenida. Aún quedaban unas pocas ventanas iluminadas, pero la gran mayoría estaban ya a oscuras. Dejó ir la primera bocanada de humo, que se elevó lánguidamente hasta perderse en el cielo estrellado.

Fue entonces cuando la vio. Tumbada con indolencia boca arriba, desnuda, su piel iluminada tenuemente por la luz blanquiazul de la pantalla de su portátil, que reposaba junto a ella sobre la cama.

Su mano acariciaba con suavidad su muslo, subiendo despacio por él, hasta perderse en un sexo que imaginó cálido y húmedo, vibrante de ganas. Sus piernas se separaron delicadamente mientras ella buscaba su placer, la mirada clavada en las imágenes que la estaban provocando, ignorante de esos ojos lascivos que estaban posados sobre su cuerpo. Se deleitó en sus hermosas curvas, en la forma en que su otra mano apretaba uno de sus pechos, en su oscuro cabello desparramado sobre la sábana, en cómo su boca se abría, tal vez para gemir.

Sintió su propio sexo, inflamado y pulsátil, apretado dentro de su pantalón. Le hubiera gustado tocarse mientras la miraba, pero el temor a ser descubierto por su esposa, que terminaba de recoger el piso antes de ir a dormir, le frenó. Se arrimó a la barandilla, esperando que su contacto frío y duro aliviara en algo su deseo. Aquella excitación voyeurista le hizo sentir algo sucio, pero no podía dejar de observarla.

La vio incrementar el ritmo de sus caricias, su espalda arqueada levemente, ahora con los ojos cerrados, inmersa ya en su sentir, ambas manos entre sus piernas, con unos dedos conocedores de todos sus secretos buscando la intensidad del orgasmo. Sus labios se abrieron en una O perfecta, para luego relajarse toda ella completamente, su rostro iluminado por una leve sonrisa. Se quedó ahí tumbada unos minutos, disfrutando las sensaciones de su cuerpo saciado. Ella le lanzó una rápida ojeada, se echó a reír ante su cara de sorpresa, apagó el ordenador y se puso de costado a dormir. La oscuridad total inundó su habitación y ya no fue capaz de distinguirla. ¿Había sabido que estaba allí todo este tiempo? Se sintió un poco avergonzado, pero también halagado.

Le echó un vistazo a su cigarro: se había consumido casi en su totalidad, se había olvidado completamente de él. Le pegó una última calada y lo tiró en el cenicero que guardaba para tal efecto. Aquella noche, le hizo el amor apasionadamente a su mujer, sin poder quitarse de la cabeza a aquella desconocida que se había masturbado para él. Se había planteado el dejar de fumar pero ahora, más que nunca, necesitaba una buena excusa para salir cada noche a su balcón.  

He intentado participar en un concurso de relatos eróticos con esta historia. Según las bases, debía tener entre 300 y 500 palabras. Según mi contador de Office, tiene 495, pero en la página del concurso me rechazaban todo el rato diciendo que era muy extenso. Lo recorte a unas 380, pero ni con esas. Así que a la porra. Ellos se lo pierden y vosotros lo ganáis. Espero que os haya gustado. 

UPDATE: Al final conseguí presentarlo en la convocatoria del 2017 y... ¡HE GANADO! El premio son unos vibradores, nada que me interese, pero el orgullo de saber que mi relato es el que más ha gustado es enorme! 

domingo, 19 de enero de 2014

Adam Lambert - For your entertainment (2012)

Desde hace unas semanas, he descubierto a Adam Lambert. Ya se que lleva siendo medianamente famoso desde el 2009, año en que quedó segundo en el talent show 'American Idol', que ha salido de gira con los Queen y que ya tiene dos albumes publicados, pero que quieres que le haga, yo le he descubierto y admirado después de verle en 'Glee'... Y si hay una canción que me ha sorprendido ha sido esta 'For your entertainment', que contiene muchas claras alusiones al BDSM. Escucharla me hace imaginar muchas cosas y me pone perraca... 




Tan caliente, listo para usar,
¿podemos acelerar el ritmo?
Ponlo en marcha, caliéntalo,
necesito estar entretenido
Fuerza el límite, ¿estás en ello?
Nena, no tengas miedo
Voy a lastimarte bien, nena

Vamos, es mi espectáculo, nena
haz lo que te digo
No te salgas del rol que voy a organizar
Ya te digo que voy a sujetarte
hasta sorprenderte
Te daré hasta que grites mi nombre...

No habrá escapatoria cuando comience
Una vez dentro, tu corazón será mío
No podrás hacer sonar la alarma
Así que aguanta hasta que termine...

Oh, ¿sabes en lo que te estás metiendo?
¿Podrás soportar lo que voy a hacerte?
Porque va a ponerse duro para ti
Estoy aquí para entretenerte
Oh, apuesto a que pensaste que era tierno y dulce
un ángel que te hizo perder la cabeza
Pues estoy a punto de subir el calor
Estoy aquí para entretenerte

Todo está bien, estarás bien
Nena, tengo el control
Acepta el dolor
Acepta el placer
Soy un maestro con ambos
Cierra los ojos, no tu mente
Déjame entrar en tu alma
Voy a esforzarme hasta que estés agotada

No habrá escapatoria cuando comience
Una vez dentro, tu corazón será mío
No podrás hacer sonar la alarma
Así que aguanta hasta que termine...

Oh, ¿sabes en lo que te estás metiendo?
¿Podrás soportar lo que voy a hacerte?
Porque va a ponerse duro para ti
Estoy aquí para entretenerte
Oh, apuesto a que pensaste que era tierno y dulce
un ángel que te hizo perder la cabeza
Pues estoy a punto de subir el calor
Estoy aquí para entretenerte

Para entretenerte, estoy aquí para entretenerte

¿Te gusta lo que ves?
Déjame entretenerte hasta que grites

Oh, ¿sabes en lo que te estás metiendo?
¿Podrás soportar lo que voy a hacerte?
Porque va a ponerse duro para ti
Estoy aquí para entretenerte
Oh, apuesto a que pensaste que era tierno y dulce
un ángel que te hizo perder la cabeza
Pues estoy a punto de subir el calor
Estoy aquí para entretenerte...

domingo, 30 de junio de 2013

Sentimientos (Catábasis)



1. Felicidad
Lo primero que veo al despertar esta mañana es mi imagen en el espejo del armario, justo frente a mi cama. Me veo guapa. Tengo las mejillas arreboladas, los ojos brillantes, la piel luminosa, el pelo despeinado y la estúpida sonrisa de felicidad de una cuarentona que se está tirando a un chico 15 años más joven que ella.  

Hundo mi cara en la almohada y aspiro el aroma que tu pelo dejó en ella la noche anterior, cuando dormiste aquí conmigo. Bueno, la verdad es que, lo que se dice dormir, dormimos poco... También las sábanas, color rojo sangre, huelen a nuestros sudores y fluidos. Las estrujo sobre mi boca, cerrando los ojos para captar mejor tu esencia. Mi mano derecha se pierde bajo ellas, buscando entre mis piernas recuerdos del placer que compartimos. 

Encuentro mi sexo ya mojado, y comienzo a tocarme, reviviendo la forma en que te movías sobre mí, visualizando en mi mente cada parte de tu cuerpo, deseando de nuevo estar atrapada entre tus fuertes brazos, escuchando tus jadeos y mis gemidos y cada una de las palabras que nos dijimos mezclarse en un trepidante concierto de sonidos. Mis suspiros se convierten en tus caricias. Guardo en mi piel todavía las marcas de tus dedos, que se aferraban firmemente a mis pechos mientras te cabalgaba, hasta llegar a hacerme daño. El recuerdo de tu mirada desafiante, agarrado a mi melena, me desarma por completo y me hace perder el control. Mi boca se abre, buscando la tuya, buscando esos labios que me dan la vida con cada beso. Mi cuerpo se sacude en espasmos de placer, imaginando que tú también te corres dentro de mí. Daría lo que fuera porque estuvieras aquí de nuevo, poder besar tu cuello y acariciar tu cabello azabache mientras reposas sobre mi hombro. Creo que estoy empezando a quererte más de lo que debería... y eso me asusta.


2. Impaciencia
Me levanto con la ilusión de saber de ti. Mientras desayuno, conecto mi ordenador y espero a que se carguen las páginas por las que sueles estar. Siento mariposillas en el estómago y los ecos difusos de mi deseo en el bajo vientre.

Y pensar que todo esto empezó, hace apenas un par de semanas, en aquella cafetería de dos plantas en la que nos conocimos. Miradas de aprobación, flirteos que se convirtieron en abiertas proposiciones, a cuál más indecente, entre nuestras risas divertidas, medio en broma, medio en serio, roces furtivos de nuestras manos bajo las mesas... Continuaste provocándome hasta conseguir un beso, atraída hacia la miel de tus labios como una polilla hacia la luz para, al igual que ella, encontrar allí la muerte a mis reticencias. 

Un nuevo día, una nueva cita. Cuesta esperar el momento de volver a estar juntos, de tanto que te deseo. Quedarnos completamente solos en la planta superior de la cafetería y que te la saques del pantalón, dejándome anonadada con su buen tamaño y que me retes a tenerla en mi boca tan solo diez segundos, amenazándome con que no te la vas a guardar hasta que lo haga, venga gente o no. Sentir el peligro de estar en un sitio público y no poder evitar reírme como una tímida niña virgen, sin saber si ceder a tus caprichos o no. Yo, la mujer madura con años de experiencia y curtida en mil batallas amorosas, la que siempre dice que no se asusta de nada...

Acceder y chupar, y que diez segundos me sepan a poco. Gemir con tu polla en mi boca y querer estar en otro sitio, más privado, con menos ropa y con mucho más tiempo para dedicarle, a ella y a ti.

No poder apartarte de mi mente, sentirme caliente y excitada cada vez que rememoro la escena, cada vez que veo que me hablas en Facebook o en Twitter. Hacerte más de un homenaje cada día, hasta que estoy dolorida de tanto tocarme. Confesarte mi adicción a tu sexo en conversaciones secretas y que tú me digas que me necesitas igual...

Que, en la siguiente cita en la misma cafetería, nos encerremos en el lavabo de hombres, estrecho y maloliente, para un magreo intenso y apresurado. Arrodillada ante ti, dándote placer con mi lengua, empapándote de saliva mientras sobeteas mis pezones, y acabar de una forma rápida, masturbándote contra mis labios, que te esperan entreabiertos, hasta derramarte en mi boca. Salir con precaución y por turnos para que nadie advierta nuestra presencia, saboreando el gusto de lo prohibido.  Sentirme sucia... y muy viva a la vez.


3. Inseguridad
Veo que has colgado unas fotos nuevas en Facebook y entro a mirarlas. Estás con ella, ayer pasasteis la tarde juntos. Es preciosa. Una tierna muchacha de 22 años. No me acostumbro a ser “la otra”, pero no siento celos. Al contrario, me alegra ver tu carita feliz en las fotos. Sé que ella sabe de mi existencia, piensa que solo somos amigos, amparada por nuestra diferencia de edad, aunque creo que comienza a sospechar que no eres del todo suyo. Tú y yo nos excusamos en que no sois pareja, pero algo anda definitivamente cocinándose entre vosotros. 

Pasan las horas. Apenas hemos hablado hoy, después de días de charlas interminables donde hemos compartido secretos y nos hemos explicado media vida, se me hace extraño este silencio. Me da la sensación de que me estás evitando, que te sientes un poco culpable, no tanto por lo que hemos hecho sino por lo que sabes que has escrito y que yo voy a leer. Sabes que vas a hacerme daño, pero no puedes evitar tus sentimientos por ella. Voy encontrando frases tuyas aquí y allá, diciendo cosas que se me clavan en el alma y la rompen en mil pedazos. Confiesas estar enamoradísimo y yo sé que no hablas de mí. Me siento tonta  por haberme hecho ilusiones contigo, tonta por haberte dejado entrar en mi corazón tan fácilmente. 

Tan fácilmente como entraron tus dedos en mi coño empapado de tu saliva, moviéndose con violencia hasta hacerme correr entre alaridos, mojando toda tu mano y las sábanas con mi squirting, para volver a empezar al cabo de unos segundos hasta hacerme gritar ‘no, por favor’ al conseguir de nuevo tu objetivo, dejándome temblorosa y agotada mientras te burlabas dulcemente de mi: ‘¿no, por favor?, ¿seguro que no? ¿seguro?’...


4.Tristeza
Una pena terrible se apodera de mí. Afuera, la tarde se hace oscura. Me regodeo en mi dolor y lloro hasta agotarme.  No es culpa tuya. Yo ya sabía desde el principio que no había ningún futuro para nosotros, que llevamos vidas muy diferentes y que queremos cosas distintas en nuestro porvenir. Pero me hacías sentir feliz y especial y me duele que eso se acabe tan pronto. Es mientras lloro que me doy cuenta de cuánto te quiero y te necesito. 

Quiero tocar fondo para poder resurgir, convertirme en Ave Fénix. Quiero sentirme despreciada y despreciable y luego olvidar, hacer desaparecer lo que siento por ti, igual que desaparecerán las huellas moradas de tus dedos en mi pecho. 

Me tomo mi tiempo para arreglarme y salgo al centro de la ciudad. El club está abierto. Las zonas interiores son exclusivas para parejas, pero las mujeres solas tenemos entrada gratuita. También suele haber siempre, en la barra de la entrada, un puñado de hombres que han venido solos, esperando tener suerte. Escojo al que tiene cara de más cabrón y lo invito a entrar conmigo de pareja. 

Pasamos al interior y le hago saber, mientras nos toqueteamos y nos vamos desprendiendo de nuestra ropa, que quiero que sea muy duro y salvaje conmigo, que tiene mi permiso para todo lo que quiera hacerme, y él esboza una media sonrisa, complacido. Está visto que tengo buen ojo para los cabrones.

Dejo un rastro con mis uñas en su espalda mientras él me la clava sin piedad, completamente abierta, con mis piernas sobre sus brazos. Se queja, insultándome, y me da todavía más duro, atrapada bajo su peso y la lluvia de gotas de sudor que van cayendo sobre mí. Y dejo que mi mente se libere de tu imagen, porque tú no me follas así, tú no me insultas así, tú no me tratas solamente como un cuerpo. Me dejo llevar por el placer anónimo y sin expectativas.

Grandes lagrimones resbalan por mis mejillas mientras me hace mamarsela, empujándola hasta el fondo, sujetando mi cabeza firmemente contra su entrepierna. Él piensa que es porque está ahogándome, y eso es cierto en parte. La otra parte es tu recuerdo, que mana de mis ojos y se va diluyendo a medida que deja su estela en mi piel, descendiendo, para desaparecer finalmente en el negro suelo donde estoy de rodillas.

Mi cabeza se vuelve, obligada por sus grandes manazas que sujetan mi melena, tirando de ella mientras me toma a cuatro patas, asestando terribles golpes a mi blanco trasero, haciendo que me corra al mismo tiempo que mi mirada le suplica un poco de piedad. Pero no va a tener piedad de mí, yo se lo pedí así. Después de todo, estoy con un completo desconocido al que le importan una mierda mis sentimientos.

Un rato más tarde, cuando ya estamos ambos saciados y cansados, separamos nuestros caminos igual que se unieron, sin esperar nada más a cambio que un rato de placer. Termino de darme sola una ducha fresca en el club, me visto y vuelvo hacia mi casa. 

Te he echado fuera de mi corazón y mi cuerpo está dolorido por las ansias de otro. Ya no huelo a ti. Ya no tengo tu sabor en mi boca.

Camino bajo la noche estrellada de este domingo de verano, sintiéndome todavía algo triste, pero limpia y nueva.

Y un poco muerta por dentro, ahora que ya no estás. 





                     

domingo, 21 de abril de 2013

Nocturno



Deambulo entre la gente, que baila y charla animadamente a mi alrededor. La  fiesta que hemos organizado en una preciosa torre modernista a las afueras de Barcelona está siendo todo un éxito. La noche primaveral tiene una temperatura perfecta, lo que hace que los invitados se distribuyan tanto por la mansión bellamente iluminada, como por los exuberantes jardines que la rodean y que dan a esta villa ese aire romántico e íntimo que nos hizo escogerla para la reunión de nuestro Club Liberal.

Miradas aprobadoras siguen el rastro de mi vestido negro, tan elegante, pero la mía está fijada en Sam, al otro lado del salón. Mis pasos me llevan inexorablemente hacia ella, que finge no haberme visto y se hace la disimulada. Cuando paso a su lado, soy yo la que la ignora a propósito, dejándola confusa, peinándo con sus dedos su corto cabello negro, como si con eso pudiera borrar mi imagen de su mente y los recuerdos que evoca.

Le lanzo una última mirada por encima del hombro, prometedora de placeres, mientras abro la cristalera. La veo morderse el labio inferior, pensativa, en un gesto que conozco bien, con la duda reflejada en sus ojos, tan verdes. 

Salgo a la balconada que se alza sobre los jardines y, apoyada en la balaustrada de piedra, contemplo los cuerpos desnudos de los que juegan en la piscina brillantemente iluminada, oigo sus alegres y despreocupados chapoteos  mientras la sonrisa de la Luna, en cuarto creciente, nos da su visto bueno desde el cielo despejado.

En un rincón del balcón, una pareja se abraza y comparte besos, murmullos y caricias, pero no se incomodan ante mi presencia. Al contrario, parece que les excita todavía más. Oigo la cristalera abrirse tras de mí y unos pasos que se acercan. No necesito volverme para saber quién es. Sonrío para mis adentros. Sabía que Sam no podría resistirse y terminaría siguiendo mis pasos. 

Su cuerpo se acopla al mío, siento el roce de su camisa en mi espalda desnuda, la presión de su pelvis contra mi trasero. Sus manos se apoyan en la balaustrada, junto a las mías, rodeándome en un abrazo abierto que me deja sin escapatoria. Lentamente, como poniéndome a prueba, sus dedos se deslizan sobre mis brazos, subiendo en una tenue caricia que me estremece, hasta llegar a mis hombros. Aparta suavemente mi melena, dejando mi nuca al descubierto, donde ella sabe que está el tatuaje con su inicial, huella de un amor que nos unió hace tiempo, al que nunca hemos acabado de renunciar.

Noto la humedad de su lengua dejar un rastro sobre mi columna. Escalofríos de placer me recorren y cierro los ojos, con la respiración acelerada, sintiendo mi coño palpitar de impaciencia. Su aliento cálido en mi cuello me está volviendo loca.  Me rodea en un abrazo fuerte, sus manos tantean mis pechos, 
oprimiéndolos con intensidad pero sin violencia. Mis pezones responden poniéndose tan duros que duelen. 

Me giro levemente y nuestras bocas se buscan con timidez. Su mano en mi cara es suave y fresca en contraste con mis mejillas ardientes.  Su saliva es un dulce néctar que recordaba bien. Sus dedos se pierden entre mis cabellos y, con un firme tirón, hace que nuestro beso se rompa. Se me escapa un gemido. Me contempla triunfante, pues mis labios entreabiertos y mi mirada le están pidiendo más.

Sus manos se deslizan por mis curvas, bellamente adornadas por el lujoso vestido de fiesta, bajando hasta mis caderas y la parte lateral de mis muslos. Sus dedos toman y aprietan todo ese territorio que ya sabe suyo. Me encanta la sensación de sus yemas clavándose en mi carne. Me empuja, atrapándome entre la fría piedra de la barandilla y el calor que desprende su cuerpo y yo me dejo hacer. Su rodilla derecha se introduce entre mis piernas, separándolas ligeramente, para dejar paso a sus juguetones dedos que, apartando mi ropa interior, se abren paso hasta mi sexo mojado por el deseo. Su mano izquierda me toma por el frente, rozando apenas mi clítoris sobre la tela de la ropa, mientras mis caderas van y vienen entre las dos manos, buscando todo el placer que otorgan.

Las siento perderse bajo mi vestido. Sus pulgares se enganchan a mis bragas, que ya solo estorban y las arrastra, en una larga caricia por mis piernas, hasta quedar abandonadas en el suelo. Su voz, apenas un susurro junto a mi oído, me tienta con un “¿nos vamos?”, al que ya sabe que accederé.

Bajamos corriendo, cogidas de la mano, por la impresionante escalinata que conduce a los jardines y nos perdemos entre la espesura de uno de sus bosquecillos. Llevo los zapatos en la mano, feliz de sentir el cosquilleo de la hierba entre los dedos de mis pies y de tenerla a ella a mi lado.

Me escapo y corro entre los árboles. Comenzamos un juego de persecución, en el que ambas somos cazador y presa al mismo tiempo, disfrutando de darle tiempo a nuestras ganas, provocándonos la una a la otra y riendo a carcajadas.

Sam me atrapa contra un gran tronco, dominante y ansiosa. Nuestros besos se vuelven cada vez más desesperados y ardientes, sintiendo que toda la ropa nos está de más. A nuestro alrededor se escuchan estimulantes gemidos de otras personas, ocultas a nuestra vista, que están follando ya, pero sabemos que no seremos molestadas ni escandalizaremos a nadie que pudiera pasar por allí. 

Le quito la camisa, deseosa de disfrutar de nuevo de sus tetas pequeñas y perfectas. Las estrujo, las beso, juego con mi lengua rugosa en sus pezoncillos desafiantes. Ella se entrega a mí, sujeta a mi pelo, con los ojos cerrados y la voz enronquecida atrapada en su garganta, hacia donde subo, mordiendo y besando por igual, deleitándome en el aroma de su cabello, para acabar de nuevo en su dulce boca, buscando a la vez, dentro de su pantalón, el contacto con su coñito estrecho y lampiño que ya está chorreante.

Mi vestido va cayendo hasta reposar a mis pies, siento sus manos apretar mi cintura y sus labios acariciar mi vientre, deslizándose a continuación entre mis muslos para besar esos otros labios que la esperan. Casi desnuda y  arrodillada ante mí, Sam usa su lengua para jugar con mi clítoris, sabedora de mis gustos, de mis tiempos y respuestas, del significado de cada gemido, grito y suspiro. 

Mi cuerpo tiembla y se retuerce. Me aferro al árbol que me sostiene, pero acabamos cayendo ambas hasta el suelo, que nos acoge blandamente con sus olores intensos a tierra y vegetación. Los dedos de Sam, empapados en saliva y en jugos con el aroma de mi sexo, se adentran en mí, profundamente, me acarician con ternura y con pasión, me masturban buscando un final que no tarda en llegar. Todo mi ser explota en un orgasmo intenso que me deja sin aliento. 

Mis ojos, anegados en lágrimas, se alzan hacia el cielo nocturno, descubriendo sobre nosotras un claro entre las copas de los árboles. Pienso, extasiada por la belleza del momento, que jamás había visto tantas estrellas.


La preciosa Cris me convenció para participar en el programa que emite cada sábado noche en "El andamio de enfrente" con uno de mis relatos, y le escribí este, que leyó anoche. Ha sido una auténtica gozada escucharlo en su cálida y sensual voz, de verdad que me ha puesto los pelillos de punta! Os recomiendo que no os  perdáis su emisión el próximo sábado, disfrutando de buena música, relatos evocadores y un chat muy divertido!!!.. Gracias C&C!





domingo, 26 de agosto de 2012

Bisexual



Alex parlotea sin parar y yo muevo la cabeza, asintiendo, más pendiente de cómo se forman las palabras en sus preciosos labios, casi femeninos, tan llenos y bien dibujados, que de lo que está diciendo realmente. Me gusta su acento, tan distinto al mío y esos pelillos, presunta perilla, que se ha dejado en el hueco entre su labio inferior y la barbilla.

Bla, bla.
Bla, bla...
Soy bisexual...
Bla, bla.
Bla, bla...

¿¿Qué?? ¿Ha dicho 'soy bisexual'? ¿O me lo ha parecido a mí? Abro mucho los ojos y lo observo atentamente, intentando averiguar de qué va esta conversación que me estoy perdiendo. ¡Joder! Ojalá tuviera en mi mente uno de esos botones para rebobinar y volver a escucharlo.

¿Alex, bisexual? ¡Nah! 

Flashes cruzan por mi mente. Mi parte más perversa se frota las manos. ¿Le gustará dar o recibir? ¿Los chicos jovencitos, poco formados físicamente o los hombretones grandes y con pelo, como él? Porque imaginarme a esta mole de casi dos metros, que hoy me lleva camiseta imperio por la que asoma el vello de su pecho (cosa que me vuelve loca... me pregunto si lo habrá hecho a propósito) y unos tejanos holgados que aún y así le marcan paquete, con otro 'de su misma especie', hace que la cabeza me dé vueltas.

Que ya sabemos cómo son los hombres en cuestiones de libido: apasionados, directos, con la urgencia del deseo quemándoles la piel. No sería ‘hacer el amor’, nada romántico y con caricias, sino más bien una lucha por el poder, rodando uno sobre el otro, comiéndose la boca con ansia mientras sus manos grandes buscan el sexo del otro. 

Oh, sí. Alex con un tipo bruto, musculoso, que lo agarra del pelo mientras él le come la polla, con esos labios gorditos y sensuales. Oh, sí. Alex en el pasillo francés de algún local de ambiente, entre sombras, luces verdosas y anaranjadas iluminan tenuemente su cara de gusto mientras el tío bruto se la mete hasta el fondo, sintiendo sus pelotas golpeando sus nalgas prietas, mientras al otro lado de la pared, una boca anónima chupa dulcemente su verga, que ha asomado por uno de los agujeros. Placer por delante, placer por detrás. ¿Gime? Oh, sí, gime, con las manos sujetas a la espalda mientras lo enculan, Alex pide más, con ese acento que me encanta, con la cara pegada a la fría pared y los ojos cerrados. Y se corre así ensartado, sintiendo el semen de su amante correrle muslo abajo, mezclado con el sudor que le perla todo el cuerpo desnudo... Oh, sí...

Me muerdo el labio, podría ponerme a gritar, porque me estoy poniendo cachondísima...

Alex. Alex. Alex bisexual...  Con su porte de macho alfa, sometiendo al muchachito que se debate entre sus sábanas, obligándole a tragársela toda hasta el fondo de la garganta, aunque tenga arcadas. Chupa crío, chupa. Obligándolo a abrirse de piernas, las rodillas tocando su pecho lampiño, aguantando sus tobillos sobre los hombros mientras lo posee como si fuera una mujer. Oh, Alex, dale más fuerte, hazlo gritar, córrete sobre su cuerpo, príngalo de crema mientras se retuerce bajo tu peso, mientras miras cómo se toca para ti...

Alex. Alex bisexual. Alex con hombres y mujeres. Alex haciendo que el chico me folle mientras él lo encula, Alex follándome mientras es follado, oh sí...

Siento que se me cierran los ojos, que necesito más aire...

-¿Nikki? ¿Estás bien?
-Eh? Ah! Sí, perdona, estaba pensando en otra cosa...  - digo mientras siento el calor invadir mis mejillas, sé que me estoy poniendo roja hasta las raíces. Espero que, al menos, no se me haya caído la baba.

Y él me mira por encima de sus gafas de pasta, esas que ya le dan un punto extra de follabilidad, y me parece distinguir un destello de divertida perversidad en su mirada, mientras aprieto mis muslos, sintiendo mi sexo palpitar y la lujuria correr por mis venas. 

Creo que me conoce más de lo que pienso y que está jugando a provocarme. 

¿Alex, bisexual? Oh, sí, ¡por favor!


Algo breve y por encargo... espero que te haya gustado...