domingo, 20 de abril de 2008

Tren



Marta se contempló una vez más en el espejo de la entrada de su piso antes de salir y le sonrió a su imagen, guiñándole un ojo. El traje de chaqueta color canela, de falda muy corta, su pelo castaño recogido en un moño y aquellas las gafas de pasta le daban un aspecto serio, como de eficiente secretaria o estricta maestra. Eran los zapatos de tacón muy altos, de aire retro, con plataforma y atados a sus tobillos mediante una correa con hebilla, lo que le daba un aire mucho más sexy, más perverso. Pocos imaginarían que no se había puesto ropa interior. Sentir el roce de la tela directamente sobre su piel y pensar que alguien podría descubrir su secreto la hacía sentirse más excitada todavía.

Bajó andando hasta la estación del tren. Juan, su marido, se había llevado su coche. Aquella noche se habían planteado un nuevo juego. Éste consistiría en encontrarse como si fueran dos desconocidos. Ambos conocían su destino, una discoteca a un par de estaciones de su casa, pero no habían establecido normas, habían dejado la puerta abierta a la improvisación. Sólo sabía que, una vez allí, tontearían el uno con el otro, buscando la excitación perdida con la rutina, seduciéndose de nuevo como cuando se habían conocido, años atrás.

Así que, cuando sintió el roce de una mano en su trasero en el andén de la estación, recorriendo su redondez con cautela, mientras veía entrar el tren que había de coger, no se inmutó. ¡Qué juguetón! Por lo visto, él había decidido pillarla de camino a la discoteca...
Podía notar un aliento cálido en su nuca, casi susurrándole, mientras observaba las puertas pasar ante ella hasta detenerse, a la vez que el cosquilleo de unos traviesos dedos intentaba colarse bajo su falda.

Cuando por fin paró el tren, giró levemente la cabeza para mirar a sus espaldas con el rabillo del ojo, pero allí no había nadie. ¿Había sido tan solo su imaginación calenturienta? Estaba segura de que no, el vello erizado en su nuca y la humedad de su entrepierna lo atestiguaban. Pero en el andén no había nadie más...Se sentó junto a la ventana. El vagón estaba casi desierto, sólo otro pasajero dormitaba unos asientos más adelante.

El tren se puso de nuevo en movimiento, adentrándola en la oscuridad de la noche.
La puerta que conectaba su vagón con el siguiente se abrió y entró un chico. Treintaitantos, cabello oscuro, mirada celeste, labios carnosos, un cuerpo deliciosamente torneado por el ejercicio, enfundado en unos tejanos claros y una camisa blanca desabotonada.

Su hombre, su Juan. Se sintió henchida de orgullo al verlo caminar hacia ella y un hormigueo invadió su bajo vientre. Él no solía vestir así, estaba acostumbrada a verlo mucho más clásico, más comedido, y estaba gratamente sorprendida por el cambio, tan juvenil, tan sexy. Aún y así, fingió ignorarlo.

Él tomó asiento frente a ella, desafiante, ligeramente chulesco, exhibiéndose. Marta observó su pecho perfectamente depilado, bronceado, intuyó el piercing de su pezón izquierdo bajo la camisa y se sintió convertida en agua, agua hirviente, burbujeante... Suspiró, intentando aliviar el calor que la invadía.

Separó levemente las piernas, provocándolo, viéndole ladear la cabeza, siguiendo con una mirada libidinosa el camino hacia su sexo. Juan utilizó su rodilla para hacerle abrir un poco más las piernas, teniendo una perfecta visión de su precioso coño brillantemente mojado y ella se dejó mirar, palpitante de deseo.

Él se inclinó hacia adelante e introdujo deliberadamente despacio un dedo en la boca de ella, entre sus labios pintados de carmín, jugando con su lengua, dejando que lo chupara a conciencia, que lo mojara bien y fue bajando por sus labios, su barbilla, el cuello, el marcado canalillo de sus pechos, hacia su clitoris, dibujando una fina línea de saliva, para luego acariciarlo con él, escuchando con deleite su respiración entrecortada por el placer y, una vez bien empapado de sus jugos, de nuevo a su glotona boca, dejando que lo succionara, que saboreara su propia esencia.

Ya llegaban a la parada donde debían bajar. Juan hizo gesto de levantarse, pero ella puso su pie sobre el asiento, justo entre sus piernas, la puntera de su zapato amenazando el tremendo bulto que apretaba sus pantalones. Durante unos segundos, mientras el tren se detenía y avisaba con su pitido del cierre de puertas, un pequeño atisbo de desconcierto cruzó la cara del chico.

Una idea loca había surgido de repente en la mente de Marta y con su mirada de desafío le instaba a apostar. Juan levantó una ceja y asintió. Adelante, juguemos. Permaneció sentado, asiendo con las dos manos aquel tobillo colocado ante él, deslizando sus manos por la pantorrilla, masajeándola de forma erótica. Ella se sentía poderosa.


La siguiente estación era la última del recorrido. Se apearon cogidos de la mano, escondiéndose en un oscuro rincón, sobandose y besándose como adolescentes, esperando a que el guarda pasase en su ronda y luego bajaron a las vías, corriendo entre los trenes aparcados para pasar la noche allí, con las puertas abiertas para ventilarse. Utilizando las manos para empujar su increíble culo, Juan ayudó a Marta a subir a uno de ellos, no tanto por necesidad como por gusto, y luego trepó atléticamente junto a ella.

La hizo desnudarse del todo, admirando su cuerpo tan frágil y blanco bajo la luz de la luna llena que entraba por los ventanales. Las gafas quedaron olvidadas sobre el montón de ropa. Él también se quitó la camisa. Le soltó la pinza que sujetaba su cabello y hundió sus dedos en la larga melena, aferrándose a ella.

Sentado entre dos asientos, dejó que ella se refregara contra su erección, pintando con su coño desnudo la tela de su tejano, volviéndose loca de gusto con el roce de la áspera tela contra su delicado botón, mientras Marta tomaba su cara entre sus manos y le besaba apasionadamente, y luego, sujeta a los cabezales de los asientos, imprimia más ímpetu a su movimiento hasta correrse entre gemidos acallados por la prudencia con Juan mordiendo sus pechos.

La hizo poner en pie sobre los asientos, temblorosa, un pie a cada lado del pasillo, sujeta a la barra central, sólo tuvo que agacharse un poco para poder introducir su lengua entre sus piernas, continuando con el placer en su clítoris mientras se la follaba con dos dedos. Cuando la sintió próxima al orgasmo, tomó sus piernas y se las subió a los hombros, notando los afilados tacones clavarse en su espalda, pero disfrutando con la forma en que ella se arqueaba hacia atrás, las fuertes manos de él en su zona lumbar, comiéndola sin piedad hasta no poder más.
La ayudó a volver a tierra y la hizo inclinarse sobre los asientos, una pierna doblada en ellos, la otra estirada apoyada en el suelo y, agarrandola por las caderas, la embistió con su polla bien cargada recién liberada del pantalón, muy adentro, muy duro, haciéndola chillar.

Marta giró la cara, mirándolo con lujuria entre sus mechones alborotados, pidiendo más, más fuerte, más rápido...Sintiendo la leche casi a punto de salir, Juan dejó de penetrarla y se fue hacia su boca, dejándola mamarsela cogido de su pelo, con maestría, hasta derramarse sobre su voraz lengua. Ella se tragó hasta la última gota.

La noche era agradable, así que no fue un problema ir dando un paseo hasta el coche, aparcado cerca de la discoteca, abrazados como amantes nuevos, para retomar su pasión en su propio dormitorio.

domingo, 13 de abril de 2008

Fantasía (de Nikki) (2ª Parte)


(continuación...)


Mi corazón palpita con fuerza y un lejano eco le responde en lo mas profundo de mi sexo, siento que no puedo aguantar más. Te deseo, a ti, ahora.
Voy hacia donde estás, felina, apartando a los que intentan retenerme en la pista de baile, mis ojos brillan, delatándome. Me acerco a tu oído y te susurro: "vamos al baño".
Cogido de mi mano, me sigues sin rechistar, como un niño.
Nos metemos en el de los chicos, porque aunque es tarde y ya casi no hay gente, en el de chicas suele haber más actividad. Los lavabos del local son modernos, forradas las paredes en vinilo negro brillante y terciopelo rojo intenso, con unas tenues luces sobre los espejos, dándole un aspecto misterioso y gótico, como de película de vampiros.
Entramos en uno de los pequeños reservados. Te hago sentar sobre la tapa del wc. La música de la disco se sigue oyendo, aunque algo distante. Bailo sólo para ti, seduciéndote con mis movimientos, con mi mirada, que te promete todo el vicio que sea capaz de darte. Tus manos recorren mi cintura, mis caderas, mis muslos... Me giro para que palpes mi culo, quiero volverte loco de deseo, tu pantalón apretado delata que ya lo he conseguido. Me voy desnudando al ritmo de la música, con elegancia, acariciando cada parte de mi piel que queda al descubierto, incitándote a hacer lo mismo.
Estoy muy mojada, muy caliente. Me saco las bolas chinas muy despacito, salen con facilidad, estoy muy lubricada. Las coges y te las metes en la boca con mirada sibilina. ¿Acaso quieres comerme el coño? No te voy a dejar...
Te hago poner en pie. Entre los dos nos libramos de tu pantalón y ropa interior, tu polla me saluda, erguida, palpitante y húmeda y yo la recibo en mi boca, con un beso apasionado. La chupo, la meneo, la devoro, quiero oírte gemir, me encanta la forma en que me agarras por el pelo para seguir el vaivén de mi cabeza. Con mis manos apretando tu culo me la trago hasta el fondo.Me separas de ti con firmeza, quieres clavármela ya.
Con una pierna apoyada en la taza, me abro para ti, mostrándote mi vulva hinchada, separando mis labios para que veas mi agujero tan mojado. Me hincas tu verga sin piedad, haciéndome chillar de gusto. Me aprietas las tetas, mordisqueas los pezones hasta hacer daño. Aún con los ojos entornados, logro distinguir en la penumbra que alguien nos observa por encima de la puerta, alertado por mis gemidos y el rítmico golpeteo.
Al verse descubierto pero no increpado, susurra con voz enronquecida: "Así, tío, fóllatela bien, haz que esa zorra no pare de gritar, métesela bien adentro" y eso me pone aún más cachonda. Le miro fijamente, provocándole con mi lengua. "Sal aquí fuera y verás lo que es bueno" me reta. Tus ojos verdes me interrogan y, con una sonrisa, entiendes que no temo, que acepto el desafío y salimos así, desnudos y empapados de sudor.
Es un tío enorme, casi un gigante, no me extraña que llegara a asomarse por encima del cubículo. Todo en él se ve grande, lleva ropa ajustada que destaca su poderosa musculatura.
Posiblemente sea un segurata del local, puede que ya estén cerrando y nos ha descubierto en su ronda. Me uno a su boca, tanteo su cuerpo que es como una roca, mientras tú me besas el cuello y los hombros, siento tu erección en la parte baja de mi espalda.
El me da la vuelta, me pone de cara a ti, me coge en volandas como si no pesara nada, me abre de piernas sujetándolas bajo las rodillas y te ofrece mi coño chorreante. Te agachas y tu experta lengua lame mi clítoris mientras tus dedos exploran mis orificios.
Me corro enseguida. Noto su enorme polla latiendo en su pantalón, pegada a mi culo. La dejamos salir y entra con algo de esfuerzo por mi húmedo trasero dilatado y tú me penetras por delante. Siento que voy a explotar de tanto placer, me veo reflejada en los espejos, tan pequeña entre dos hombretones, mi cara enrojecida y sudorosa, muy abierta y empalada y los susurros en mi oído me hacen perder el control.
El universo se contrae, luego se expande, estalla violentamente una supernova de color anaranjado ante mis ojos cerrados y grito en un orgasmo sin fin. Los dos me seguís dando caña hasta que suplico que paréis...
Agotada y sumisa, espero arrodillada ante vosotros la lluvia blanca de vuestras corridas sobre mis pechos y mi lengua se ofrece a vuestro servicio para rematar la faena.
Los tres reímos satisfechos. Tras agradecerle su colaboración, nos despedimos del gigante.
Al salir al fresco aire de la madrugada, me acerco a ti y te susurro: "vamos a casa, estoy hambrienta. De camino podríamos invitar a desayunar a alguna bollicao y que no termine aquí nuestra noche de juerga, ¿qué te parece?".
Nos reímos y me dices dulcemente con un guiño: ¡pero qué golfa eres!..."


Esta historia surgió del reto de mi amigo 1Green en su blog, en el que planteaba una historia y pedía que le contáras el final.... pero era demasiado largo para ponerlo allí jajaja Para quien quiera visitar el original, pica aquí: FANTASÍA POR TERMINAR (pero hay que ser de AFF para verlo) Por cierto que yo ya le dejé una continuación, más cortita, desde el ordenador de una amiga, a ver si averiguais cual es...jejeje Besitos!

domingo, 6 de abril de 2008

Fantasía (de 1Green, versionada por Nikki)

Esta noche nos vamos de juerga.

Me paso un buen rato arreglándome para estar arrebatadora, he escogido un modelito perfecto: una blusa escotada y una minifalda con un corte que casi enseña más de lo debido, bajo la ropa lencería de encaje que resalta lo mejor de mis curvas, para rematar unos bonitos zapatos de tacón muy alto que me hacen unas piernas increíbles a la par que son cómodos.

Al salir de casa ya te advierto, con una sonrisa, que hoy voy a hacerte sufrir. Me contestas, con un dulce beso, que tendré que disfrutar mucho para conseguirlo. Con una simple mirada pícara, te aseguro que voy a disfrutar al máximo y, para empezar a demostrarlo, desabrocho un botón más de mi blusa, enseñando canalillo. Con lo alto que eres, sé que así tienes una buena perspectiva de mis pechos.

Los hombres por la calle, y al entrar en el restaurante, me siguen con ojos hambrientos. Me encanta despertar su deseo, te encanta verlos así y a mí verte contento.

El restaurante tiene un ambiente romántico, luces tenues, flores frescas y una música ambiental que no molesta. El camarero es hindú, muy guapo, muy moreno. Tiene una sonrisa preciosa que me dirige sin cesar, cuando consigue dejar de mirar mi escote. Yo me aprovecho y coqueteo con él, mientras acaricio tu pierna bajo la mesa.

Junto a nosotros un grupo de cinco amigos celebra un cumpleaños. Desde que entramos y nos sentamos no han dejado de cuchichear y hacerme gestos libidinosos. Tú también te has fijado y no paras de reír. Sabes que seré muy mala con ellos. Sueño despierta con estar tumbada en su mesa, completamente desnuda, y que ellos me cubren de viandas de todo tipo, que comen sin usar las manos, que cuando el festín se acaba, sus dedos pringosos de diferentes salsas me hacen llegar al éxtasis...

Una cena exquisita, por cierto. Al llegar a los postres, jugueteo con la nata de mi pastel, lamiendo la cucharilla de forma obscena, poniéndoles cara de viciosa. Sé que se la estoy poniendo muy dura, ya ni se acuerdan de comer, me observan con la boca abierta.

Cuando me levanto para irme, abro bien las piernas como provocación final, el tiempo justo para que en realidad no vean nada, un atisbo de mis braguitas, me giro garbosamente para lucir toda mi silueta y les mando un beso de despedida, un guiño y una sonrisa muy dulce.

Al salir oigo sus vítores y comentarios subidos de tono.Ya en la calle, muy caliente, te arrincono en la puerta de nuestro coche, te beso con pasión, te meto mano y tú me abrazas con fuerza. También te has puesto caliente viéndome jugar con ellos. Esto es sólo el principio de tu sufrimiento, aunque sé que aún no has sufrido, más bien lo contrario, estas disfrutando con mis numeritos, pues no dejas de sonreirme.

Mientras conducimos hacia el centro de la ciudad, me subo la falda, te cuento que llevo puestas aquellas bolas chinas tan grandes que me regalaste, te voy diciendo lo excitada que estoy mientras me toco, pero no te dejo hacerlo a ti aunque lo intentas.

En la puerta de la discoteca nos esperan los ejemplares más hermosos de la ciudad, vestidos para la ocasión con sus mejores galas. Me lo voy a pasar muy bien.

Una vez dentro, bailo para ellos, para ti. Siempre se me ha dado muy bien, me muevo de forma sensual, tengo ritmo, la alegría en mis ojos y mi cara muestran que estoy disfrutando a tope y sé utilizarlo para seducir a quien me mira. Es por eso que hombres y mujeres se acercan, bailan junto a mí, pero no les doy opción a entablar una conversación, sólo quiero sentir el roce de sus cuerpos, nuestra excitación creciendo a medida que la noche avanza y hacerles soñar que podrán poseerme, dominar a la fiera que se agita ante ellos. Quizás me lleve a alguno a casa.

Una rápida mirada cómplice y te descubro en la barra, contemplándome con una sonrisa, quizás imaginándome acariciada por todas esas manos, esas bocas hambrientas recorriendo mi piel brillante de sudor, haciéndome gozar en una orgía de trepidante música y bellos cuerpos. Sé que a ti te divierte el juego tanto como a mi...(continuara..))