domingo, 17 de febrero de 2008

Entrega


Le había deseado desde el primer día, desde la primera vez que le vi. Trabajar junto a él es una dulce tortura, verlo pasar junto a mi mesa me hace estremecer. Mis compañeras de trabajo no lo entienden, no dejan de decirme "pues no sé qué le ves, es tan serio y aburrido..." pero a mi es el tipo de hombre que me hace enloquecer, puedo intuir algo especial en él y cada vez que nos cruzábamos por el despacho no podía evitar seguirlo con ojos hambrientos, recorriendo todo su cuerpo, soñándolo mio, soñándome suya, aprendiéndome sus movimientos, suplicando silenciosamente por una mirada o una palabra, alguna vez lo descubría observandome y me hacía sentir un nudo en el alma, pero nunca hubo acercamiento, siempre tan distante, tan fuera de mi alcance. Así que aquella mañana, cuando coincidimos a solas subiendo en el ascensor, él esperando frente a la puerta, yo a su espalda, muy pegada a él pero sin llegar ni a rozarle, embelesada con el aroma de su caro perfume, no pude evitar que las palabras salieran en tropel de mi boca:

- Te deseo tanto que haría cualquier cosa...

Con el rostro enrojecido por la vergüenza, comprendí horrorizada que lo había dicho en voz alta. Él ni siquiera se volvió a mirarme pero me sentí observada por su reflejo en la puerta metálica durante unos interminables segundos.

- ¿Cualquier cosa? - preguntó con calma.

Mi afirmación fue ahora casi un susurro, acompañado por un cabeceo incontrolado. Me sentía morir. El silencio era una pesada losa, mi humillación , absoluta... El tiempo parecía ir más despacio.

- Esta noche, en mi oficina. A las once. Ponte falda - contestó implacable, casi en el instante en que se abrían las puertas al llegar a nuestra planta.

Una vez a solas, suspiré aliviada y asombrada, sin querer salir todavía del ascensor, con una extraña sensación mezcla de terror absoluto y estupida ilusión a partes iguales. ¡Esta noche, esta noche...!

Llegué con puntualidad. Me impresionó ver el despacho a oscuras, tan vacío, sin vida. Él me esperaba recostado en el sofá de su enorme oficina, muy relajado en la penumbra, tan solo iluminado por una lamparita en su mesa, con traje y corbata, tan serio y elegante como siempre. Me indicó que dejara mi bolso y chaqueta en una silla y que permaneciera en pie frente a él. ¡Dios! ¡Qué guapo estaba!

- Quítate las bragas y estírate en el suelo... Ahora desabrochate la blusa, enseñame tus pechos. Súbete la falda y acaríciate. Quiero que te masturbes para mi.

Obedecí sus ordenes, temblando, pero no asustada, sino de deseo. En ese instante comprendí que era suya, que mi voluntad era complacerle en lo más mínimo, entregarme completamente a él. Encontré que mi sexo ya estaba húmedo por la impaciencia. Le observé quitarse la corbata y la chaqueta parsimoniosamente y luego desabrocharse cuatro botones de la camisa, sin dejar de mirarme. La visión de su piel me excitó todavía más. No pude reprimir un gemido, mis dedos veloces sobre mi clítoris buscando más placer.

Se levantó del sofá y se acercó hasta donde yo estaba, parandose a contemplarme desde su altura y puso su pie derecho sobre mi muslo, obligándome a abrir más las piernas para poder ver mejor el espectáculo de mi sexo mojado y anhelante.
- Guarda silencio - me reprendió mientras se acuclillaba entre mis piernas, quitándose el cinturón - No quiero que te corras todavía, ¿me oyes?, lo harás cuando yo te lo diga...

Sentí un dedo introducirse muy lentamente en mi coño palpitante mientras yo seguía jugando con mi clítoris, notando como mis paredes vaginales se estrechaban, comprimiéndolo, la respiración acelerada, mordiéndome el labio para no chillar de gusto, no iba a poder controlarlo, me iba a correr ya...

El dedo se retiró veloz y su mano apartó la mia de un golpe, propinándome luego un sonoro palmetazo en toda la entrepierna, que no dolió pero me hizo abrir los ojos como platos, sorprendida.

- He dicho que todavía no... Date la vuelta, a cuatro patas. Sigue tocandote, pero despacio, te correrás cuando yo te lo permita, no antes, ¿me has entendido?

Asentí, obediente, y continué masturbándome, empapada, muy caliente. Oí el inconfundible sonido de una cremallera al bajarse y, al momento, la presión de su suave glande acariciando la entrada de mi coño, bañandose en mis fluidos, sin llegar a metérmela, lo que me hizo jadear, su mano derecha en mi hombro, sujetándome con fuerza, evitando que culeara y me la metiera yo misma.

- ¿Aún me deseas tanto? ¿Sí? Bien, ¡córrete para mi, zorrita, demuéstramelo! -me ordenó con voz aterciopelada a la vez que me la iba clavando, muy despacio, muy despacio.

Mordí el dorso de mi mano, ahogando un grito, mi cuerpo respondió con violencia, las contracciones dentro de mi me hacían perder la razón, subyugada a su deseo, su polla tan dura, tan enorme, entraba más y más, hasta doler, pero era el dolor más dulce de mi vida, no quería que acabase... Me la fue sacando, igual de despacio, alargando mi suplicio... y luego me la hundió de golpe, muy duro, muy adentro, haciéndome gritar.

Rió, volvió a acomodarse en el sofá y me indicó que me acercara. Así lo hice, arrastrándome sobre mis rodillas, como perra obediente, para adorar su sexo mojado del mio con mis labios y mi lengua hasta que, agarrándome del pelo, me apartó y se corrió sobre mi pecho, la cabeza echada hacia atrás en el respaldo, los ojos cerrados. Me sentía encantada de verle de aquella manera, saber que yo había conseguido ponerle así.

Se que volveremos a quedar, que volveré a servirle bien, a entregarme a sus deseos, a cumplir su voluntad, porque ahora es mi dueño.

Para Pedro (lo que tú haces es poesia, querido amigo...), Óscar, Germán, César,.... esos hombres que me hacen soñar con ser suya... Twentyfourseven... y dejar de ser vainilla...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, por fin has configurado para poder comentar, me alegro amiga.
Estos tipos maduros y serios suelen sorprender mucho más que los perritos ladradores... ya sabes ¿no?
Besos

Nikki Fennel dijo...

Si... a veces puedes reconocer a los de tu misma especie jajaja Esto de ser novata en el mundillo virtual me hace ir descubriendo las cosas poco a poco... Besos, encanto!

Anónimo dijo...

Nikki, llevo botones en los pantalones del traje.

Besos

Puta Inocencia dijo...

Bueno pues aquí estoy… leyéndote Nikki. Creo no estaría mal que te curraras un poco la parte visual (la letra se me hace demasiado grande) pero por lo demás está genial. Muy sexy también, bien narrado y pone! Beso

Nikki Fennel dijo...

Hola! Gracias! Jejeje Bcn, como dijo Carly Simon en su canción "You're so vain, you probably think this song is about you..." ¿Quién dijo que fueran tus pantalones? jajaja Ya tendrás ocasión de enseñármelos... Mmmmmm!
Gracias por visitarme M.I., eso de la letra grande... ¿te refieres al tamaño o a la cantidad de letras?... Ire añadiendoles fotos a medida que las tenga... Se que aún está muy verde... jajajaja Ups!jajaja....
Besos a los dos!!

Anónimo dijo...

me lo dijiste tú