domingo, 27 de enero de 2008

Masaje

La habitación está en penumbra, el ambiente es cálido, una vela roja parpadea sobre una mesita. Una música envolvente y muy relajante me hace soñar con lugares lejanos y exóticos.
Estoy desnuda, tapada simplemente con una toalla, estirada boca abajo sobre otro montón de toallas que Eli ha puesto en el suelo. Ella es peruana, tiene un cuerpo de infarto, es muy morena de piel y tiene un precioso cabello largo y rizado, ojos muy oscuros y unos labios gruesos y tentadores. Me ha dejado aquí tumbada mientras iba a ponerse cómoda al cuarto vecino.
Hace tiempo que somos amigas y como está haciendo un cursillo para aprender a hacer masajes me ha pedido que sea su "conejillo de indias" para practicar y claro, yo encantada de ayudarla y llevarme un masaje gratis. Además siempre he sentido cierta atracción por ella y no he podido resistir la morbosa tentación.

Vuelve ataviada con una camiseta larga de tirantes y unas braguitas y pronto está a mi lado, untandose las manos con el aceite, calentándolo entre ellas. Empieza por una de mis piernas, frotándola con energia, luego más suavemente. Le dedica tiempo y ganas antes de pasar a la otra y repetir movimientos.

Luego viene el turno de la espalda, hombros y cuello. Me pide permiso para sentarse sobre mi y lo hace suavemente sobre mis muslos. Siento el roce de su cuerpo y me recorre un escalofrío. Estoy en la gloria, casi a punto de quedarme dormida de tan relajada pero con una extraña vibración en mis entrañas. Sus dedos son como plumas que me recorren, rozando el límite de las cosquillas, casi insoportable. Eli vuelve a colocarse a mi lado. Sus manos van bajando por mi espalda y comienza a masajearme el culo.

Me siento temblar, esto no me lo esperaba, la verdad, es muy agradable, me voy sintiendo cada vez más excitada, deseando que sus manos lleguen al centro de mi calor, y así va sucediendo, poco a poco. Sus caricias se hacen más intensas, sus dedos penetran entre mis piernas y rozan mis ingles, la cara interna de mis muslos, mi coño humedo, mi clítoris, levemente, con suavidad, como una prueba a ver si me quejo o me dejo.

Me voy abriendo para permitirle seguir. Me estoy poniendo frenética, quiero más, la respiración agitada, mis manos aferran la toalla. Noto sus labios y su lengua recorrer el punto donde se une el culo a la pierna, adentrandose cada vez más hacia mi sexo palpitante.
Pronto sus dedos están dándome placer mientras su lengua entra dentro de mi, yo ya gimo sin control, llamándola. Ella no deja de provocarme con su voz de acento suave. Me cuenta que siempre me ha deseado y que esto no era más que una excusa para poder tenerme allí desnuda, tocarme más intimamente sin temor, me describe lo caliente y mojada que estoy, sus dedos me tocan de forma experta, y yo me dejo llevar...

Cuando hace que me corra, me pongo boca arriba y ella se tumba sobre mi, desprendiéndose de su ropa y comenzamos a besarnos y manosearnos las tetas, mordiéndonos y chupandonos los pezones la una a la otra, frotando nuestros cuerpos la una contra la otra hasta que ella también está gritando de placer, con mis dedos follando su coño peludito, todo abierto para mi, jugoso, chorreando de sus fluidos.

La hago tumbarse. Bajo por su pecho hasta alli y uso mi lengua hasta que no puede más y se corre, agarrandome del pelo para que siga lamiendo mientras se mueve sin parar. Luego nos estiramos juntas, abrazadas, compartiendo algún beso suave, profundo y muy tierno.

No hay comentarios: